· Un Girona demasiado tierno sucumbe en su visita al Tenerife (2-0) y ve cortada su buena racha.
· Yan Couto y Yoel Bárcenas buscaron pero nunca encontraron a Cristhian Stuani
No solo por la boca. Por desidia también mueren los peces. Si no nadan lo suficientemente rápido, lo más normal es que acaben siendo engullidos por el tiburón hambriento de turno. Y el Girona sufrió en sus escamas la ley del más fuerte. El equipo de Francisco fue un pez demasiado tierno e inofensivo y sucumbió ante los dientes de Fran Sol, Nono y compañía. El 2-0 final alivia a los locales, y neutraliza la buena racha de resultados que acarreaban los visitantes. Un broche desgraciado para un año desgraciado.
Javi Alonso y Yan Couto pugnan por un balón (Twitter @GironaFC)
Unos visitantes que empezaron haciendo gala de lo que venían siendo hasta ahora. Dominio del balón absoluto y joc bonic de Monchu y Samu Sáiz en la medular. El primero transitaba por todas partes, secundado por un Yan Couto y un Yoel Bárcenas vertiginosos. Menuda banda derecha tiene Francisco. Sin embargo, Sáiz poco a poco empezó a perder balones y, de esa manera, comprometer a un Girona situado en las cotas más ofensivas del campo tinerfeño. Y con las líneas muy separadas. Y con muy poco compromiso.
El tiburón tinerfeño, siempre bien plantado, aprovecharía esas circunstancias. Los hombres de Ramis sacaron rédito a la endeblez gironina. Con menos vistosidad, pero más empeño e inteligencia. La descompensación gerundense era impactante: si los mencionados Couto y Bárcenas causaban estragos por la derecha, Sáiz y Franquesa hacían aguas en el flanco zurdo. El primer gol del Tenerife llegó a balón parado. Y llegó, obviamente, ante la desidia visitante: el centro lo remató Bruno Wilson estando acompañado por dos compañeros. Solos en casa, como el bueno de Macaulay Culkin. Blanco y en pecera.
El Girona no se vino abajo y siguió con su plan. Su plan de dominar, pero también su plan de ni tan solo amenazar en el área. Parecía un equipo de balonmano. The area is lava! No habían noticias de Cristhian Stuani, solo ante el peligro. Mamadou quería pero no podía. El efecto Sylla del principio de temporada parece haberse evaporado.
Šipčić, Fran Sol, Javi Alonso y Bruno Wilson celebran el primer tanto (AS)
En cambio, el efecto Fran Sol seguía salpicando. ¡Y de qué manera! El mejor jugador del partido culminó un gran ejercicio de fe del lateral diestro Shaq Moore. El estadounidense creyó en su velocidad cuando todos los jugadores del Girona daban por hecho que ese balón se perdería por la línea de fondo. Pues no. Moore acabó sirviendo a un Sol que asestó el mordisco definitivo. Tocado y pescado.
Las sustituciones de Francisco en el segundo tiempo estuvieron más enfocadas a paliar el desgaste que a retocar al equipo. El aficionado gironí tuvo que aceptar la marcha de los devotos Bárcenas y Couto y, de esa manera, la marcha de las posibilidades de su equipo de puntuar en el Heliodoro. Ni Aday ni Nahuel Bustos fueron revulsivos. De hecho, el segundo fue expulsado, de forma rigurosa, tras encararse con un Alberto Jiménez que también vio la roja por el mismo lance. El fútbol se parece cada vez más al ballet.
El segundo asalto fue un calco del primero. Fran Sol se lo pasaba pipa mientras el Girona cocinaba demasiado el plato. Pero no se lo llevaba a la boca. Posesiones inofensivas, pérdidas de balón sorprendentes y una preocupante falta de intensidad. Pocos ofrecimientos ofensivos, escaso movimiento y nula producción futbolística. Al Girona se le pasaba el arroz. Se acabaría desangrando del todo y acabaría muriendo por desidia.
Comments