La presencia en los cines de la esperada entrevista de Jordi Évole al eterno cantante Pau Donés puede generar más expectativas que satisfacción
En su lecho de muerte, el vocalista de Jarabe de Palo demuestra tener mucha vida y ofrece un sinfín de lecciones
Como aquel terrón de azúcar que endulza el café de la mañana. Es lunes, y en el bar de la estación no cabe ningún alfiler. El espíritu rutinario se hace notar. Yo estoy ahí, en la barra, leyendo el diario. No tengo prisa. Sí hambre. Ganas de desayunar ya y nervios crecientes al ver cómo el camarero atiende a todo el mundo pero no me trae mi ansiado café.
Así me sentí durante los días posteriores al estreno de Eso que tú me das, el documental protagonizado por el periodista Jordi Évole y el cantante Pau Donés. Por distintas circunstancias, tardé la friolera de cinco días en acudir al cine. Sí, friolera. Hacía mucho que no esperaba con tantas ganas una película. El tráiler, estremecedor, me retó a ver si era capaz de perdérmela. Perdí la apuesta. El hype me poseyó en los primeros compases de octubre.
Por fin llega el café. El camarero, estresado, me lo sirve. Bien calentito. Como tiene que ser. Le doy el primer sorbo, y rápidamente noto la insipidez de la bebida. Le falta azúcar. "¡Camarero!", grito, "tráigame azúcar, por favor". Esta vez acude más rápido. Me trae un par de terroncitos. Aboco ambos a la taza, vuelvo a probarla... y esta vez sí. El azúcar ha cambiado por completo el sabor del café. Lo ha perfeccionado. Pero bueno, tampoco podía esperar menos de la marca Pau Donés.
Un azúcar muy apetitoso y singular, que inconscientemente me ha alegrado la mañana. Me ha salvado el desayuno. Incluso acabaré siendo más productivo en el trabajo a su merced. Pero un azúcar que se diluye al instante. Un azúcar que se va al fondo de la taza apenas lo meto. Un azúcar sabroso, pero insuficiente.
No lo es por su contenido. Pau Donés es el hombre hecho lección. Y en la entrevista no iba a ser menos. Cada frase que pronuncia es, entre otras cosas, un nuevo baño de relativismo. Si una persona vive sus últimos días con la filosofía del hakuna matata -como hace él-, ¿por qué nosotros estamos obstinados a estresarnos ante situaciones, en muchas ocasiones, triviales?
La sorna que Donés aplica ante muchas preguntas es pegadiza y, especialmente, admirable. Porque no, no son preguntas sobre su trayectoria. Son preguntas sobre la vida. De hecho, ese era el objetivo de Donés cuando contactó con Jordi Évole para conceder su última entrevista. Hablar sobre la vida, para que la pieza resultante distara de las entrevistas hechas habitualmente a un cantante. Y Donés responde con una sonrisa a cuestiones de vida y de muerte.
Sin embargo, la entrevista no arranca con una pregunta. Arranca con un Jordi Évole atónito ante el flácido aspecto del vocalista de Jarabe de Palo. Y no es para menos. No porque dé una mala imagen, sino porque aparece entubado. Un gran paso por parte de Donés en la normalización de este tipo de imágenes más bien crudas... y una piedra en el camino de Évole.
Es Donés, pues, quien empieza hablando. Pero Évole logra aterrizar con garantías en la espinada pista que ofrece el estado de un paciente de cáncer durante sus últimos días. En todo momento, el periodista permite expresarse a Donés. No interrumpe, se adapta a cada momento, sabe reaccionar bien ante todo y domina el tempo a la perfección. Escuela Évole, en definitiva. Eso sí, en todo momento con una pequeña dosis de la estupefacción inicial comentada. Pau Donés le supera en energía. Aunque es entendible y hasta apetecible. Es su propia fiesta.
La conversación, que transcurre en dos escenarios distintos y que contiene un sinfín de pasajes admirables -y que no voy a desvelar para no hacer spoiler-, va de más a menos. Tiene diversos clímaxes. También momentos para reír y, por qué no, llorar. Es un café muy sabroso... pero descafeinado. ¿Por qué? Por aquello de las expectativas.
Antes hablaba del tráiler. En efecto, es un tráiler maravilloso. Y como buen tráiler, no solo resume el contenido de la película. También publicita eso que pretende vender. Es un vídeo majestuoso que no deja de anunciar el último documento que dejará un cantante eterno.
Entonces, con estos ingredientes, uno espera un café a la altura de los que sirve Starbucks. Un café único y diferencial. Una bebida rompedora, que, como se suele decir, no deje indiferente a nadie. Pero yo esperé mucho más de lo que vi. Es decir, fui al cine y pagué una entrada para consumir un producto distinto al que podría consumir un domingo en la televisión. Para ver más que una entrevista. Con los créditos finales, me juré que habría una escena postcréditos. Pero no.
La presencia de Eso que tú me das tal y como está parida en los cines solo se justifica por la grandeza del personaje que lo protagoniza. Y por el probable afán de espectacularizar -con razón- la entrevista. Quizás podía quedar un poco cutre emitir una pieza tan reveladora en la pequeña pantalla. O quizás no. De lo que estoy seguro es de que me generó más expectativas a priori que satisfacción a posteriori.
Pero esta crítica logística no constituye, bajo ningún concepto, una discusión al contenido de la entrevista. Mi objetivo es recomendar que tengan paciencia y vean el documental en casa... a menos que les pille el cine cerca y tengan ganas de ir a él y pasar una muy buena hora. Porque mi objetivo también es recomendar que lo vean. En la pantalla que deseen, pero que lo hagan -al fin y al cabo consumir cualquier contenido en el cine es mucho más gratificante que hacerlo en la televisión-. Por más contradictorio que parezca, Pau Donés tenía en su lecho de muerte muchísima vida. En su casa de Vall d'Aran se la transmitió a sus familiares, y a través de las pantallas lo ha hecho o lo hará con todos nosotros.
En el argot futbolístico a veces se sueña con tener diez clones de un mismo jugador. "Si el Barcelona tuviera once Messis, lo ganaría todo", se suele oír. Pues bien, yo sueño con que toda la humanidad tenga algún día la misma concepción de la vida que Pau Donés. Todo sería más bonito.
Alegría, amor y rabia. Esos son los tres valores que demustra tener Donés. Rehusaba a base de esa mezcla el miedo que perfectamente le podía causar una enfermedad de esa envergadura. Fue un espectacular cantante. Y lo que descubre esta entrevista es que también fue una espectacular persona. Eso que tú me das es una alegoría a la vida y un llamamiento a vivirla con fuerza.
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