El desencanto del Barcelona en el Ramón de Carranza (2-1) fue un capítulo más dentro de la historieta de terror que está labrando el equipo azulgrana en esta Liga. Un episodio titulado Error y psique. Los de Ronald Koeman mantuvieron la tradición liguera de perder partidos (4 derrotas en 10 partidos), la de hacerlo a base de errores y la de bloquearse mentalmente cuando toca meter la pelota dentro de la portería contraria.
El Cádiz celebra el 2-1 definitivo ante la resignación barcelonista (Marca)
Y es que el tropiezo empezó a culminarse con un nuevo error defensivo. Como en Vitoria, como ante el Atlético de Madrid o como en la visita del Sevilla. En esta ocasión, el flamante Óscar Mingueza hizo fuego amigo al empujar en un córner el balón hacia la portería de Ter Stegen. Álvaro Gímenez acabaría introduciendo al Barça el balón y, peor aún, una nueva desventaja en el marcador. Un nuevo ochomil. El Barça volvía a verse por detrás en el luminoso por quinta vez en diez partidos de Liga.
Claro que quedaba mucho partido. Pero con lo que ofrecían jugadores como Philippe Coutinho, no había a lo que agarrarse. El brasileño encarnó el ya preocupante bloqueo ofensivo del Barça ante equipos replegados. Al igual que de Jong o Griezmann, siempre estuvo lento, horizontal y previsible. No así Messi y Braithwaite en la única ocasión culé del primer tiempo: servicio delicioso del argentino al espacio para que el danés, con poco ángulo, se topara con el portero local.
Pasados los primeros 45 minutos, los intereses barcelonistas pedían a gritos la entrada de dos jugadores. Un sacacorchos y una batidora. Un jugador más vertical que Coutinho y uno más agitador que Griezmann. Pedri y Dembélé. Y Koeman respondió. Dio entrada a ambos, en lugar del mismo Coutinho y del central Mingueza. Pero no sería suficiente.
Más pólvora arriba, menos ropa abajo
Con de Jong instalado como central, el equipo pasó frío. El repliegue del Cádiz catapultó múltiples contras amarillas. Y todas llegaban a buen puerto. Eso sí, el gol del empate azulgrana amenazó con aguar la fiesta gaditana. Llegó también con fuego amigo -en este caso, en propia puerta de Pedro Alcalá-, en una buena combinación de Dembélé y Alba. Pero fue un oasis dentro del gran rendimiento defensivo y la ambición del Cádiz.
El equipo de Álvaro Cervera sí que estaba concentrado. Y seguía perpetrando contraataques. En una de esas, el balón se perdió por la línea lateral. Aparentemente, poco peligro para un Barça que simplemente debía sacar el balón de la zona para trasladarlo, de nuevo, al campo cadista. Menos peligro que en el córner de Anfield. Pero mismo resultado. Misma falta de concentración. Mismo desastre.
Jordi Alba sacó y metió en un problema a Lenglet, que hizo lo propio con Ter Stegen al dejar pasar el balón estando a escasos metros el recién ingresado Álvaro Negredo. En el intento de despeje del guardameta monchengladbacense, Negredo se llevó el balón, hizo a de Jong el regate de Maradona contra el Madrid, y volvió a poner a su equipo por delante del marcador.
El Cádiz empezaba a creerse la posibilidad de obtener los tres puntos contra el otro gigante del fútbol español -tras haber tumbado al Real Madrid por 0-1 hace un mes y medio-. Y el Barça seguía embadurnándose con su psique. Perro muy ladrador, pero poco mordedor. Mucha posesión, pero poca pegada. Cuando Messi no acude al rescate como acostumbró a hacer en toda su vida deportiva, se antoja complicado. Cuando quienes le rodean carecen de fiabilidad, se antoja imposible. Ni la entrada de un eléctrico Pjanić permitió al Barça tener más frescura y criterio.
El Cádiz celebra una victoria histórica: la primera al Barça desde 1991 (EFE)
Que es el peor Barcelona de los últimos tiempos es una evidencia. Ni las estadísticas lo esconden. Que se le escapa el título liguero empieza a serlo también. Habiéndose disputado ya un cuarto de Liga, está a 12 puntos de un Atlético de Madrid muy serio. La sensación incluso sugiere que la distancia será más susceptible a ampliarse que a acortarse.
Y que Real Madrid, Real Sociedad o Villarreal son superiores en cuanto a juego y, de momento, a regularidad. Son cuatro derrotas en diez partidos para un Barça cuya peor baza son las sensaciones. Cuando Messi no se encuentra, nadie sabe levantar la mano. Pedri es el más atrevido, pero eso nunca será suficiente.
En cada derrota azulgrana, el universo de las responsabilidades se expande aún más. A pesar de haber llegado tras dos errores defensivos, la de hoy no fue culpa de uno o dos jugadores. Ni del entrenador. El problema es la psique. El Barça tiene un grave déficit de mentalidad y actitud. Un déficit que explica Roma, Anfield, el 2-8... y que podría estar haciendo lo propio, por lo pronto, con el campeonato de Liga 2020/2021.
Mientras el club no adquiera un nuevo rumbo con la elección de un nuevo presidente, seguirá a la deriva en los mares de Josep Maria Bartomeu. Una herencia desastrosa en prácticamente todos los aspectos, que ha creado un equipo descentrado y apagado. Si en los últimos años los hundimientos se limitaban a las excursiones fuera de las fronteras españolas, este año empiezan a suceder también dentro. Y si el Barça se mantiene en la tendencia del error y la mala psique, sufrirá incluso por acabar entre los cuatro primeros puestos.
RESUMEN
FICHA TÉCNICA
Cádiz (2): Ledesma; Carcelén, Fali, Marcos Mauro (Alcalá, m.30), Espino; Bodiger, Jonsson (Augusto, m.79), Álex Fernández, Perea (Alejo, m.79), Jairo (Adenkaye, m.79); y Álvaro Giménez (Negredo, m.61). Barcelona (1): Ter Stegen; Dest (Trincao, m.76), Mingueza (Pedri, m.46), Lenglet, Alba; Busquets (Pjanic, m.76), De Jong; Messi, Griezmann, Coutinho (Dembelé, m.46); y Braithwaite. Árbitro: Soto Grado (Comité Riojano). Amonestó con cartulina amarilla a Lenglet (m.61) y Jordi Alba (m.86). Goles: 1-0, 9': Álvaro Giménez. 1-1, 58': Alcalá, en propia puerta. 2-1, 63': Negredo.
Incidencias: Partido de la jornada 12 de Primera División, disputado en el estadio Ramón de Carranza sin presencia de público.
SITUACIÓN CLASIFICATORIA PROVISIONAL DE AMBOS EQUIPOS
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