Cuando Gabriel me sugirió que escribiera un texto breve sobre la Parashá de esta semana, me pregunté, ¿qué puedo escribir que pueda agregar valor? Para ser honesta, cuanto más profundizaba en el texto, más me daba cuenta de cuánto me toca personalmente como israelí en estos días.
La Parashá Shemini nos habla sobre la dedicación del tabernáculo, en el cual Aarón, el hermano de Moisés, y sus hijos Nadav y Avihu, quienes son elegidos como sacerdotes oficiales, ofrecen sacrificios y ofrendas en el altar, como expiación por el pueblo tras el pecado del becerro de oro. Aarón bendice al pueblo con la Bendición Sacerdotal: "Que el Señor te bendiga y te guarde, que el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga de ti misericordia, que el Señor alce sobre ti su rostro y te dé paz".
El fuego que desciende del cielo consume los sacrificios en el altar. El pueblo se alegra porque esta es la prueba del perdón de Dios por sus pecados. Junto con la alegría, nos cuentan sobre una gran tragedia: Nadav y Avihu, los hijos de Aarón, ofrecen incienso ante Dios aunque no se les había ordenado hacerlo, y como respuesta, el fuego vuelve a salir del cielo y los quema vivos.
Para consolar a Aarón, Moisés le dice: "Por aquellos que están cerca de mí, me muestro santo y ante todo el pueblo me glorifico". Esto significa que tenían un alto rango espiritual y, por lo tanto, el Nombre de Dios se santifica precisamente al castigar a aquellos cercanos a Él. Aarón guarda silencio y no responde.
Más adelante en la Parashá, nos hablan sobre la multitud de leyes, costumbres de luto y leyes de kashrut que Dios ordena al pueblo antes de su llegada a la Tierra Prometida.
Como israelí, este capítulo me devuelve directamente al sábado 7 de octubre. Ese día maldito en el que ocurrió la mayor tragedia desde el Holocausto para Israel y para los judíos. Shabat y Simjat Torá en medio de celebraciones frente al tabernáculo; la quema viva de Nadav y Avihu en medio de brutales actos terroristas que mataron a más de 1200 personas.
En el judaísmo hay un dicho cuando alguien muere: "Dios se lleva lo mejor a su lado", y esto me hace pensar en el "pecado" de Nadav y Avihu frente a la muerte de esos ángeles indefensos cuyas vidas fueron truncadas de la manera más cruel y despiadada. ¿Cuál fue su pecado? ¿Es esta la expiación que tuvimos que pagar como nación por nuestros pecados unos contra otros en los días previos al desastre? ¿Hemos aprendido algo de esto? ¿Aprenderemos alguna vez? Estas son preguntas abiertas a las que quizás nunca obtengamos respuestas, pero que plantean muchas otras cuestiones profundas, que conciernen a cada uno desde su propia percepción del judaísmo.
Hace unos dos años asistí a una conferencia del Dr. Zohar Raviv, el vicepresidente de Educación de "Taglit", y una de las cosas que me llevé ese día fue la frase "Abre tus oídos, cierra tu boca". "וידום אהרון". Cuánto poder hay en el silencio, cuánta influencia se puede crear a través del silencio. En estos días, mientras esperamos ansiosamente el regreso seguro de todos los rehenes así como el fin de la guerra y el retorno a casa de todos nuestros soldados, a veces, el silencio puede ser un consuelo tremendo.
Les deseo a todos un verdadero Shabat Shalom y que la paz toque pronto nuestras puertas.
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